57.1. EL MOVIMIENTO ROMÁNTICO
57.1.1
Romanticismo
Se conoce con el término Romanticismo al movimiento cultural que se opone,
de forma más o menos explícita, a los principios de la ilustración y que es el
resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado
cambio, como es el de las primeras décadas del siglo XIX. La crisis y el
declive de los valores tradicionales , la despersonalización del individuo, el
auge del materialismo, los conflictos de identidad personal y colectiva,
conducen a dos actitudes opuestas: el rechazo de la nueva sociedad (paraísos
perdidos, mundos ideales) o la reivindicación de un modelo social verdaderamente
humano en el que tengan cabida la fantasía, la espiritualidad y la libertad.
Los
orígenes del Romanticismo hay que buscarlos ya en el S. XVIII y fundamentalmente en Alemania. Se produce
allí el movimiento llamado Sturm und
Drang (Tempestad y pasión) que propugna la creación literaria al margen de
las reglas clásicas y revaloriza la expresión artística de los sentimientos y
las vivencias. Esta sensibilidad prerromántica se manifiesta también pronto en
Inglaterra y, con mayor o menor intensidad, se extiende finalmente por toda
Europa.
57.1.2. Rasgos
característicos.
Irracionalismo. Se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad que es en
esencia cambiante, caótica e incomprensible.
Subjetivismo.
Si la razón tiene sus límites, son necesarias otras formas de conocimiento, que
para los románticos son la intuición, la imaginación y el instinto. La pasión
es en el romanticismo una fuerza superior a la razón.
Idealismo.
En conexión con la filosofía
idealista, fundamentalmente alemana, el hombre romántico siente una
predilección especial por lo absoluto, por lo ideal. Ello explica su
insatisfacción y su frustración.
Individualismo.
El hombre romántico tiene conciencia de la propia personalidad, de ser distinto
de los demás y afirma constantemente ese yo frente a lo que le rodea. Esta
afirmación del YO lo conduce al aislamiento y a la soledad.
El
genio creador. El artista no es ya el artesano que elabora y pule
pacientemente su obra, sino que el arte se convierte en la forma de expresión
del genio arrebatado.
Desengaño.
El choque entre el yo hipertrofiado y la realidad prosaica y gris produce en el
artista un hondo desengaño.
Evasión.
El romántico opta por escapar de esa realidad que no le gusta. Esa evasión
puede conducirlo a épocas pretéritas o a lugares lejanos o exóticos (entre
ellos España). Como una forma extrema de la evasión aparece el suicidio.
Naturaleza
dinámica Frente a la naturaleza
bucólica y artificiosa del neoclasicismo, la naturaleza romántica se identifica
con los estados de ánimo del creador y, según sean estos, es turbulenta,
melancólica o tétrica.
Nueva
sensibilidad. El sentimentalismo, manifiesto ya en algunos ilustrados,
sitúa en primer plano la intimidad.
Nacionalismo.
Se reivindica el concepto de pueblo, el interés por conocer lo que tiene de
particular y específico el espíritu de cada nación, por buscar las raices de
cada pueblo en su historia, en su literatura, en su cultura...
57.2. ORÍGENES Y DESARROLLO DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL
Las peculiares circunstancias históricas y políticas que atraviesa España
durante el primer tercio del S. XIX son las que quizá puedan explicar el tardío
y extraño desarrollo que el movimiento romántico tiene en la literatura
española. El absolutismo posterior a la guerra, el trienio liberal y la
restauración absolutista que le sigue, llevan a una generación de intelectuales
de uno a otro lado de la frontera. En el exilio, principalmente en Londres, los
exiliados desarrollarán una notable actividad y entrarán plenamente en contacto
con el Romanticismo. Entre ellos está Espronceda.
Es justamente con el final del reinado de Fernando VII cuando brota con cierta
pujanza el Romanticismo en la literatura española coincidiendo con el regreso
de los exiliados.
No
obstante el movimiento romántico español carecerá de la consistencia e
importancia del Romanticismo europeo, adopta sus formas pero carece de su
fuerza y hondura.
57.2.1 La poesía.
Durante
la primera mitad del S. XIX, la poesía refleja el proceso de transición desde
la estética neoclásica hasta la romántica. La poesía encuentra ahora un nuevo
medio de difusión: los periódicos y revistas. El eco que la poesía tuvo en
estos medios burgueses iba indisolublemente ligado al hecho de que los poetas
del momento mostraban unas inquietudes y expresaban una sensibilidad afines a
las de esas clases medias ascendentes, que eran las que compraban las
publicaciones, escuchaban y protegían a los poetas y los encumbraban
socialmente.
Dentro
de la poesía romántica en España tiene un especial desarrollo la poesía
narrativa, que relata en verso diversos sucesos históricos, legendarios o
puramente inventados, del tipo de El
estudiante de Salamanca, El diablo
mundo, ambas de Espronceda, o Poema oriental de Zorrilla.
La
poesía lírica, por su parte, expresa temas característicos del Romanticismo:
los sentimientos personales, la melancolía, el hastío de la vida, el amor, etc.
También son típicamente románticos los ambientes: lugares solitarios,
cementerios, la noche, la luna, las ruinas... De todos modos, falta en general
en la poesía romántica española la sensación de autenticidad y desgarro propia
del yo romántico y, en muchas ocasiones, los poemas quedan lastrados por la
tendencia a la retórica, a la grandilocuencia y a la mera repetición de tópicos.
También en la lírica los poetas más destacados son Espronceda y Zorrilla.
En cuanto sus rasgos formales destacan: la mezcla de géneros y la polimetría.
57.2.2. La prosa
Aunque
durante la primera mitad del XIX no hay en España, salvo notables excepciones
como la de Larra, prosistas de alta
calidad, todo este período no transcurre realmente en vano, pues durante él se
forjan lentamente las condiciones que propiciarán el surgimiento y
consolidación de la novela realista. La prosa romántica española tiene en
España un desarrollo tardío y balbuciente siendo su género más característico
la novela histórica que ambienta los sucesos en el pasado, preferentemente en
la edad media. La imprecisión temporal y espacial permite al autor una mayor
libertad narrativa. Asimismo, el deseo de lograr una ambientación verosímil
explica el interés por los pequeños detalles en las descripciones, lo que no es
óbice para que aparezcan con cierta frecuencia anacronismos varios.
Las
más conocidas novelas históricas españolas son El doncel de don Enrique el Doliente de Larra, Sancho Saldaña de Espronceda y El señor de Bembibre de Enrique
Gil y Carrasco.
La importancia del narrador como factor estructurante es decisiva en este
tipo de novelas aún rudimentarias: interviene constantemente, explica el relato
y se dirige retóricamente al lector. Los protagonistas suelen ser personajes de
segunda fila o de pura invención. El rasgo fundamental del lenguaje de la
novela histórica es el arcaísmo.
La novela por entregas permitió incrementar considerablemente la masa de
lectores. Una variante de ésta es el llamado folletín, que consistía en la
publicación de un relato en los sucesivos números de un periódico o una
revista.
57.2.3. El teatro.
Con el triunfo del Romanticismo en la década de los treinta, los dramas
románticos conocerán un éxito rapidísimo. El tema principal de los dramas
románticos es el amor, que está por encima de las convenciones sociales y con
un final frecuentemente trágico. Los personajes carecen de evolución psicológica.
Los héroes suelen tener un origen misterioso, están poseídos por una pasión
absoluta y su comportamiento oscila bruscamente de la felicidad a la
desesperación.
Formalmente
estas obras comparten muchos rasgos con el teatro barroco, mezclan tragedia y
comedia pero lo hacen para realzar los contrastes entre los ideales y la
realidad. Los dramas románticos introducen la mezcla de verso y prosa, aunque a
la larga se impone el verso.
El
éxito del drama romántico llega con Don Álvaro
o la fuerza del sino, del Duque de
Rivas, y su consagración se produce con Los
amantes de Teruel, de Hartzenbusch.
Pero sobre estos José Zorrilla es
con seguridad el dramaturgo de más éxito. Se caracteriza por su habilidad en el
planteamiento de los conflictos. De su autoría son Traidor, inconfeso y mártir y su popular Don Juan Tenorio. En esta obra de Zorrilla se produce una transformación en el personaje del
libertino, que finalmente es redimido de su vida escandalosa en virtud del amor
angelical de una mujer ( ¿No es verdad ángel de amor...). Es la versión del
romanticismo conservador del personaje mítico del burlador, lejos del tipo
rebelde y satánico de El estudiante de
Salamanca de Espronceda.
57.3.1. La
poesía intimista posromántica
La poesía intimista posromántica es un fenómeno literario español que lleva
al romanticismo, ya superado en Europa, a resurgir con fuerza en pleno
estallido del realismo, es por ello que también debe entenderse dentro del
marco de la literatura realista por lo que supone de superación del
romanticismo retórico y trivial imperante, a través de la búsqueda de la
condensación y simplificación formales, como medio para sugerir con la palabra,
la imagen y el símbolo las ideas que rozan lo inefable. La poesía becqueriana
tenía sus precedentes en el intento de aclimatación a la literatura española de
las baladas germánicas o en la vuelta a la poesía popular. La asunción por la
poesía culta de la forma popular del cantar será de gran trascendencia para la
poesía española del XX. Sus máximos representantes son Gustavo Adolfo Bécquer y
Rosalía de Castro.
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