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domingo, 28 de octubre de 2012

EL ROMANTICISMO EN 10 MINUTOS


 

57.1. EL MOVIMIENTO ROMÁNTICO

 

            57.1.1 Romanticismo

           Se conoce con el término Romanticismo al movimiento cultural que se opone, de forma más o menos explícita, a los principios de la ilustración y que es el resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio, como es el de las primeras décadas del siglo XIX. La crisis y el declive de los valores tradicionales , la despersonalización del individuo, el auge del materialismo, los conflictos de identidad personal y colectiva, conducen a dos actitudes opuestas: el rechazo de la nueva sociedad (paraísos perdidos, mundos ideales) o la reivindicación de un modelo social verdaderamente humano en el que tengan cabida la fantasía, la espiritualidad y la libertad.

 

            Los orígenes del Romanticismo hay que buscarlos ya en el S. XVIII  y fundamentalmente en Alemania. Se produce allí el movimiento llamado Sturm und Drang (Tempestad y pasión) que propugna la creación literaria al margen de las reglas clásicas y revaloriza la expresión artística de los sentimientos y las vivencias. Esta sensibilidad prerromántica se manifiesta también pronto en Inglaterra y, con mayor o menor intensidad, se extiende finalmente por toda Europa.

 

            57.1.2. Rasgos característicos.

            Irracionalismo. Se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad que es en esencia cambiante, caótica e incomprensible.

            Subjetivismo. Si la razón tiene sus límites, son necesarias otras formas de conocimiento, que para los románticos son la intuición, la imaginación y el instinto. La pasión es en el romanticismo una fuerza superior a la razón.

            Idealismo.  En conexión con la filosofía idealista, fundamentalmente alemana, el hombre romántico siente una predilección especial por lo absoluto, por lo ideal. Ello explica su insatisfacción y su frustración.

            Individualismo. El hombre romántico tiene conciencia de la propia personalidad, de ser distinto de los demás y afirma constantemente ese yo frente a lo que le rodea. Esta afirmación del YO lo conduce al aislamiento y a la soledad.

            El genio creador. El artista no es ya el artesano que elabora y pule pacientemente su obra, sino que el arte se convierte en la forma de expresión del genio arrebatado.

            Desengaño. El choque entre el yo hipertrofiado y la realidad prosaica y gris produce en el artista un hondo desengaño.

            Evasión. El romántico opta por escapar de esa realidad que no le gusta. Esa evasión puede conducirlo a épocas pretéritas o a lugares lejanos o exóticos (entre ellos España). Como una forma extrema de la evasión aparece el suicidio.

            Naturaleza dinámica  Frente a la naturaleza bucólica y artificiosa del neoclasicismo, la naturaleza romántica se identifica con los estados de ánimo del creador y, según sean estos, es turbulenta, melancólica o tétrica.

            Nueva sensibilidad. El sentimentalismo, manifiesto ya en algunos ilustrados, sitúa en primer plano la intimidad.

            Nacionalismo. Se reivindica el concepto de pueblo, el interés por conocer lo que tiene de particular y específico el espíritu de cada nación, por buscar las raices de cada pueblo en su historia, en su literatura, en su cultura...
 
 
57.2. ORÍGENES Y DESARROLLO DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL
 
            Las peculiares circunstancias históricas y políticas que atraviesa España durante el primer tercio del S. XIX son las que quizá puedan explicar el tardío y extraño desarrollo que el movimiento romántico tiene en la literatura española. El absolutismo posterior a la guerra, el trienio liberal y la restauración absolutista que le sigue, llevan a una generación de intelectuales de uno a otro lado de la frontera. En el exilio, principalmente en Londres, los exiliados desarrollarán una notable actividad y entrarán plenamente en contacto con el Romanticismo. Entre ellos está Espronceda. Es justamente con el final del reinado de Fernando VII cuando brota con cierta pujanza el Romanticismo en la literatura española coincidiendo con el regreso de los exiliados.
            No obstante el movimiento romántico español carecerá de la consistencia e importancia del Romanticismo europeo, adopta sus formas pero carece de su fuerza y hondura.
 
            57.2.1 La poesía.
            Durante la primera mitad del S. XIX, la poesía refleja el proceso de transición desde la estética neoclásica hasta la romántica. La poesía encuentra ahora un nuevo medio de difusión: los periódicos y revistas. El eco que la poesía tuvo en estos medios burgueses iba indisolublemente ligado al hecho de que los poetas del momento mostraban unas inquietudes y expresaban una sensibilidad afines a las de esas clases medias ascendentes, que eran las que compraban las publicaciones, escuchaban y protegían a los poetas y los encumbraban socialmente.
 
            Dentro de la poesía romántica en España tiene un especial desarrollo la poesía narrativa, que relata en verso diversos sucesos históricos, legendarios o puramente inventados, del tipo de El estudiante de Salamanca, El diablo mundo, ambas de Espronceda, o Poema oriental de Zorrilla.
 
            La poesía lírica, por su parte, expresa temas característicos del Romanticismo: los sentimientos personales, la melancolía, el hastío de la vida, el amor, etc. También son típicamente románticos los ambientes: lugares solitarios, cementerios, la noche, la luna, las ruinas... De todos modos, falta en general en la poesía romántica española la sensación de autenticidad y desgarro propia del yo romántico y, en muchas ocasiones, los poemas quedan lastrados por la tendencia a la retórica, a la grandilocuencia y a la mera repetición de tópicos. También en la lírica los poetas más destacados son Espronceda y Zorrilla. En cuanto sus rasgos formales destacan: la mezcla de géneros y la polimetría.
 
            57.2.2. La prosa
            Aunque durante la primera mitad del XIX no hay en España, salvo notables excepciones como la de Larra, prosistas de alta calidad, todo este período no transcurre realmente en vano, pues durante él se forjan lentamente las condiciones que propiciarán el surgimiento y consolidación de la novela realista. La prosa romántica española tiene en España un desarrollo tardío y balbuciente siendo su género más característico la novela histórica que ambienta los sucesos en el pasado, preferentemente en la edad media. La imprecisión temporal y espacial permite al autor una mayor libertad narrativa. Asimismo, el deseo de lograr una ambientación verosímil explica el interés por los pequeños detalles en las descripciones, lo que no es óbice para que aparezcan con cierta frecuencia anacronismos varios.
 
            Las más conocidas novelas históricas españolas son El doncel de don Enrique el Doliente de Larra, Sancho Saldaña de Espronceda y El señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco.
           
            La importancia del narrador como factor estructurante es decisiva en este tipo de novelas aún rudimentarias: interviene constantemente, explica el relato y se dirige retóricamente al lector. Los protagonistas suelen ser personajes de segunda fila o de pura invención. El rasgo fundamental del lenguaje de la novela histórica es el arcaísmo.
           
            La novela por entregas permitió incrementar considerablemente la masa de lectores. Una variante de ésta es el llamado folletín, que consistía en la publicación de un relato en los sucesivos números de un periódico o una revista.
 
            57.2.3. El teatro.
            Con el triunfo del Romanticismo en la década de los treinta, los dramas románticos conocerán un éxito rapidísimo. El tema principal de los dramas románticos es el amor, que está por encima de las convenciones sociales y con un final frecuentemente trágico. Los personajes carecen de evolución psicológica. Los héroes suelen tener un origen misterioso, están poseídos por una pasión absoluta y su comportamiento oscila bruscamente de la felicidad a la desesperación.
 
            Formalmente estas obras comparten muchos rasgos con el teatro barroco, mezclan tragedia y comedia pero lo hacen para realzar los contrastes entre los ideales y la realidad. Los dramas románticos introducen la mezcla de verso y prosa, aunque a la larga se impone el verso.
 
            El éxito del drama romántico llega con Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas, y su consagración se produce con Los amantes de Teruel, de Hartzenbusch. Pero sobre estos José Zorrilla es con seguridad el dramaturgo de más éxito. Se caracteriza por su habilidad en el planteamiento de los conflictos. De su autoría son Traidor, inconfeso y mártir y su popular Don Juan Tenorio. En esta obra de Zorrilla se produce una transformación en el personaje del libertino, que finalmente es redimido de su vida escandalosa en virtud del amor angelical de una mujer ( ¿No es verdad ángel de amor...). Es la versión del romanticismo conservador del personaje mítico del burlador, lejos del tipo rebelde y satánico de El estudiante de Salamanca de Espronceda.
 
            57.3.1. La poesía intimista posromántica
 
            La poesía intimista posromántica es un fenómeno literario español que lleva al romanticismo, ya superado en Europa, a resurgir con fuerza en pleno estallido del realismo, es por ello que también debe entenderse dentro del marco de la literatura realista por lo que supone de superación del romanticismo retórico y trivial imperante, a través de la búsqueda de la condensación y simplificación formales, como medio para sugerir con la palabra, la imagen y el símbolo las ideas que rozan lo inefable. La poesía becqueriana tenía sus precedentes en el intento de aclimatación a la literatura española de las baladas germánicas o en la vuelta a la poesía popular. La asunción por la poesía culta de la forma popular del cantar será de gran trascendencia para la poesía española del XX. Sus máximos representantes son Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.

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